Hay que admitirlo: los artículos científicos son a veces ridículamente difíciles de leer.
Normalmente si vemos un libro o un artículo y notamos que no le entendemos, asumimos que la falla es nuestra: nos hace falta más comprensión o más inteligencia. Pero yo hoy vengo a decirte que lo más común es que no sea así: bien podría ser que el escritor no sabe expresarse en términos que podamos entender. Dicho de otra manera: escribir con palabras crípticas que nadie entiende es un error al momento de escribir un texto académico.
Pero hoy lo vamos a corregir
La marca de que alguien conoce bien su tema es cuando lo puede explicar en términos sencillos
Antes de comenzar, tenemos qué entender qué son los términos técnicos, cuándo se deben usar y cuándo son un estorbo.
Cuando digo una palabra o término, estoy arrastrando todo un significado en un contexto específico. Por ejemplo, decir “interés compuesto”, implica un modelo sobre la forma en que funciona el dinero que tiene mucho sentido para un banquero o un financiero, pero que tu tía Eduviges no tiene activado en su intuición aún. Eso quiere decir que un término es apropiado o no dependiendo del lector.
Tienes 3 opciones cuando quieres introducir un término o una idea en tu texto:
- Incluirlo directamente y sin explicaciones. Puedes hacer esto cuando el contexto es el correcto y sabes que todos los lectores de tu texto pueden entenderlo sin explicación. Yo usé el término “interés compuesto” y no lo expliqué, porque este es un newsletter especializado para economistas y probablemente tienen una buena noción sobre lo que quiero decir.
- Incluirlo, pero explicarlo. Si quiero hablar sobre semiconductores en una revista especializada de economía, es necesario que explique a lo que me refiero. Aquí es muy importante el contexto: si me voy a ir a la fabricación requiero una explicación más profunda que voy a hablar sólo de su compra y venta.
- No incluir ese término y dar la idea general. Este es el caso en el que no era tan importante decir ese término particular, y podríamos vivir tranquilamente sin pensar en los “modelos transformadores” y simplemente hablar de “ingeligencia artificial” en términos generales.
Nota que para usar (o no) un término concreto, necesitas saber de lo que hablas
El problema es que muchos al escribir copian lo que ven en otros autores.
Si comienzas a escribir sobre un tema y te das cuenta de que todos los autores de ese tema usan palabras difíciles, vas a pensar que ese es el estándar. El tema es que probablemente ese texto con palabras complejas sí está bien escrito, pero no era para tí (aún). Una vez que tienes la experiencia y el conocimiento en el área, te empiezas a dar cuenta de que los buenos escritores, aunque usan muchos términos complejos, su estilo de escritura es fácil de seguir si tienes las bases correctas.
Por ejemplo, el famoso libro de Microeconomía de Mas-Colell, es fantástico en su estilo, pero está hecho para lectores que ya entienden bien las matemáticas.
Por algo sigue siendo el mejor libro después de 30 años de su publicación.
Cómo hacer la ciencia más fácil de leer
El primer paso es tener bien claro el público para el que estás escribiendo.
Si estás haciendo una tesis, importa mucho cuál es el área de estudio de tu maestría o doctorado. Si se trata de una publicación académica, tienes que tener claro antes de comenzar cuál es el tipo de revista a la que quieres publicar y en qué área. Si es una revista de divulgación, puedes segmentar por el tipo de problema que el lector resuelve al leer tu texto.
El objetivo es que identifiques lo que tu lector conoce y te adelantes a su lectura.
Porque recuerda, cada vez que tu lector se tiene que detener a preguntarse “y eso que acaba de decir, ¿Qué significa?” son puntos menos para tu lectura que te acabarán haciendo la revisión más larga, más exhaustiva y te bajan la probabilidad de que te publiquen.
Así que vamos directo a la solución.
Detecta las palabras que debes de corregir (o eliminar) en tu texto
Una vez que tienes detectado a tu tipo de lector, tienes que ir y revisar tu texto completo para que en ningún momento el lector se detenga confundido, se rasque la cabeza y decida que tu texto no vale la pena continuar en este mundo.
Afortunadamente, tienes un asistente fiel que puede hacer esa revisión completa en pocos minutos, que no se cansa y que no te va a armar un sindicato por hacerle peticiones fuera de los horarios regulares de trabajo (hasta el momento en que escribo estas líneas, al menos).
Aquí está un prompt de chatGPT para detectar las correcciones…
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