Premio a la Destrucción Creativa

Explicación del Premio Nobel de Economía 2025

Premio a la Destrucción Creativa

El crecimiento económico es algo que damos por sentado.

Esperamos que cada año nuestros ingresos suban un poco, que la tecnología mejore y que la calidad de vida progrese. Pero si miramos la mayor parte de la historia humana, esta expectativa es una anomalía. Durante milenios, la norma no fue el crecimiento, sino el estancamiento económico casi absoluto.

El Premio Nobel de Economía de este año celebra a los pensadores que resolvieron este gran rompecabezas: Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt. Su trabajo nos enseña que el motor de la prosperidad no es un proceso ordenado y predecible, sino uno caótico, conflictivo y, sobre todo, destructivo.

Para entender por qué el mundo moderno es tan diferente, y cómo podemos aplicar estas ideas a nuestra economía actual, vamos a explorar las lecciones de este Nobel.

  • La idea de la "Destrucción Creativa" y por qué el progreso económico necesita ganadores y perdedores.
  • El ingrediente secreto que faltaba antes de la Revolución Industrial, según la historia económica de Joel Mokyr.
  • Cómo estos modelos nos ayudan a entender los debates actuales sobre la IA, la competencia y la política industrial.

Vamos a ello.

El Motor del Crecimiento: La Destrucción Creativa

La idea de que el capitalismo es un "vendaval perenne de destrucción creativa" no es nueva; el economista Joseph Schumpeter la acuñó hace casi un siglo.

Era una idea poética y poderosa, pero difícil de formalizar. Philippe Aghion y Peter Howitt tomaron esta intuición y, a principios de los 90, la convirtieron en un modelo matemático riguroso. Lograron meter el motor de la innovación dentro de la teoría económica, en lugar de tratarlo como una fuerza externa y misteriosa.

Su trabajo nos mostró que el crecimiento sostenido no es un accidente, sino el resultado de un ciclo interminable de creación y aniquilación.

Para entender su modelo, desglosemos la idea en sus partes más simples:

  • ¿Qué es la Destrucción Creativa? Es el proceso por el cual una nueva innovación (un producto, una tecnología o un modelo de negocio) desplaza y vuelve obsoleta a la anterior. El smartphone no solo mejoró el teléfono; destruyó los mercados de las cámaras compactas, los reproductores de MP3, los GPS y los mapas de papel. Es creativo porque introduce algo mejor, y destructivo porque elimina lo que existía antes.
  • El Incentivo para Innovar. ¿Por qué una empresa gastaría millones en investigación y desarrollo? Por la promesa de obtener ganancias extraordinarias. Si una empresa crea un producto superior, puede disfrutar de un monopolio temporal, dominando el mercado hasta que un nuevo innovador venga y la destruya a ella. Esta carrera por la supremacía temporal es el verdadero combustible del progreso.
  • El Crecimiento se vuelve "Endógeno". Este es el gran salto técnico. Antes, los modelos económicos trataban el progreso tecnológico como algo que "caía del cielo" (exógeno). Aghion y Howitt lo hicieron "endógeno": el crecimiento se genera desde dentro del sistema económico, impulsado por las decisiones de empresas y emprendedores que buscan beneficios.

La Chispa que Inició el Fuego: Los Prerrequisitos de Mokyr

La teoría de Aghion y Howitt explica muy bien cómo funciona el motor del crecimiento, pero no responde a una pregunta histórica clave.

Si la innovación siempre ha existido (pensemos en la rueda, la imprenta o los molinos de viento), ¿por qué el crecimiento económico sostenido solo despegó de forma explosiva en los últimos 250 años? Aquí es donde entra el trabajo del historiador económico Joel Mokyr. Él argumenta que no basta con tener inventores; se necesita un ecosistema cultural y científico que alimente la innovación de forma continua.

Antes de la Revolución Industrial, el progreso tecnológico era esporádico y tendía a desvanecerse.

Mokyr identificó dos condiciones clave que surgieron en la Europa de la Ilustración y que cambiaron las reglas del juego para siempre:

  • El salto del "Qué" al "Porqué". Durante siglos, las invenciones eran fruto de la prueba y error. Se sabía que un artilugio funcionaba, pero nadie entendía los principios científicos detrás. Sin una comprensión del porqué (la termodinámica de la máquina de vapor, la química de los fertilizantes), era casi imposible mejorar, adaptar y generalizar las innovaciones de manera sistemática. El progreso era un golpe de suerte que no se podía replicar.
  • Una "Cultura de Crecimiento". Mokyr describe la aparición de una "República de las Letras" en Europa, una red transnacional de científicos y pensadores que compartían abiertamente sus descubrimientos. Competían por el prestigio y el reconocimiento, no por guardar secretos. Esta cultura de "ciencia abierta", combinada con la fragmentación política que permitía a los intelectuales buscar mecenas, creó un vibrante mercado de ideas que aceleró el conocimiento útil como nunca antes.

¿Y esto para qué nos sirve hoy? La Ciencia en Acción

Este Premio Nobel no es solo una lección de historia o de teoría abstracta; es una caja de herramientas para entender la economía del siglo XXI.

Las ideas de Mokyr, Aghion y Howitt nos proporcionan un marco poderoso para analizar los desafíos más apremiantes de nuestro tiempo, desde la regulación de las grandes tecnológicas hasta la transición energética. Sus teorías nos obligan a enfrentar el hecho de que el progreso siempre genera conflictos que deben ser gestionados.

Lejos de ser un debate académico, su trabajo tiene implicaciones muy concretas para la política económica actual:

  • La Paradoja de la Competencia. Su investigación sugiere que ni el monopolio puro (que no tiene incentivos para innovar) ni la competencia perfecta (donde es imposible recuperar los costos de la I+D) son óptimos para el crecimiento. Se necesita un delicado equilibrio. Esto es central en el debate sobre si debemos regular o dividir a gigantes como Google o Amazon. ¿Son monopolios que ahogan la innovación o son el resultado exitoso de la misma?
  • El Miedo a la Destrucción. El progreso crea perdedores, y esos perdedores se defienden. Las empresas establecidas y los grupos de interés a menudo presionan a los gobiernos para bloquear las innovaciones que amenazan su existencia. Pensemos en los gremios de taxistas contra las plataformas de VTC o en la industria de combustibles fósiles frente a las energías renovables. Si la política cede a estas presiones, la sociedad puede elegir el estancamiento para proteger el presente a costa del futuro.
  • La Inteligencia Artificial y el Futuro. La IA es, quizás, el ejemplo más potente de destrucción creativa en la actualidad. Promete ganancias de productividad inmensas, pero también amenaza con desplazar millones de empleos y modelos de negocio enteros. El marco de este Nobel nos obliga a preguntarnos: ¿tenemos las instituciones educativas, los mercados laborales y las redes de seguridad social para gestionar esta transición y asegurar que sus beneficios se compartan ampliamente?

Este Premio Nobel es, en última instancia, una reivindicación de la complejidad y el desorden como fuentes de prosperidad.

El crecimiento económico no es un proceso lineal y planificable, como si fuera la construcción de una carretera. Es un proceso evolutivo, desordenado y profundamente humano, que depende tanto de los incentivos económicos (la teoría de Aghion y Howitt) como de la cultura, las ideas y las instituciones que las apoyan (la historia de Mokyr). Celebrar este premio es aceptar que el progreso es inherentemente disruptivo y que a menudo se siente incómodo. Es un recordatorio crucial de que la prosperidad no está garantizada y que debemos defender activamente los mecanismos que permiten que el vendaval de la destrucción creativa siga soplando.

Porque el verdadero motor de la riqueza no es la estabilidad, sino el caos bien gestionado.


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