El famoso juego del dilema del prisionero nos deja reflexionando en una paradoja: da la impresión de que no hay escapatoria a ver por uno mismo y ser egoístas en un mundo lleno de egoísmo.
Afortunadamente, las matemáticas y la naturaleza nos muestran algo diferente.
El dilema del prisionero muestra a dos personas, acusadas de un crimen y puestas a confesar. En breve, el juego lleva a los dos a confesar, aún cuando los dos tendrían un mejor resultado si se pudieran poner de acuerdo y quedarse callados. Es uno de los primeros modelos que se muestran de teoría de juegos porque ayuda a entender la teoría a la vez de que muestra un resultado inquietante.
Pero el resultado es diferente cuando el juego es repetido.
He hecho ya muchos experimentos de teoría de juegos con mis alumnos para darme cuenta que, por mucho que les solicite ser "egoístas" y "racionales", ellos siempre tienden a ser demasiado generosos y justos. Esto es porque la mayor parte de las interacciones que tenemos con las otras personas son repetidas. Cuando tenemos que hacer negocios con un proveedor por años en el futuro, tendemos a cooperar más, aún si el beneficio inmediato no es obvio y que no nos hemos puesto de acuerdo.
En la plática de hoy, hablamos sobre las diferentes estrategias y cómo convergen a la cooperación
En los 80's, Robert Axelrod organizó un torneo. Le pidió a otros investigadores de teoría de juegos que mandaran sus propias estrategias para un juego de 200 iteraciones.
Había de todo. Una de las estrategias era extremadamente vengativa y sólo requería que la otra persona "confesara" una sola vez para jamás perdonar y "castigar" por el resto del juego". Otra lanzaba un castigo en un momento aleatorio para "probar" la estrategia del contrincante y saber si podía explotarlo de alguna forma.
Se dividieron las estrategias en dos grupos: los "bondadosos" y los "gandallas".
Lo sorprendente fue que la estrategia que obtuvo más puntos después de ponerlas a competir todas una contra otra fue la más simple: ojo por ojo. Ojo por ojo simplemente copiaba lo que hacía el contrincante: si le castigaban, castigaba. Si cooperaban, cooperaba también.
Las estrategias que mejor puntuación tenían al final contaban con 4 características:
- Eran bondadosas (no atacaban primero).
- Perdonan (no se quedan con la estrategia de ataque si no es necesario).
- Se defienden (si su contrincante ataca, ellos la retornaban inmediatamente).
- Eran muy claras.
Por eso una regla tan clara como el ojo por ojo ganaba.
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