Impuestos ecológicos y amenazas creíbles

La amenaza de las empresas de retirarse ante un impuesto no es creíble

Un empresario arrastrando su empresa de un estado a otro
Si tan sólo fuera así de fácil.

Le llaman impuestos al pecado.

La contaminación genera costos sociales. Los más visibles son costos a la salud, pero el cambio climático trae urgencia por encontrar soluciones. El cambio climático trae sequías, muerte, migraciones y otros costos sociales que no podemos ignorar.

El cambio climático nos cuesta a todos.

Lamentablemente, no es fácil hacer que pague más quien contamina más. El aire es un bien público y las leyes del mercado no funcionan igual aquí.

La forma más eficiente es con impuestos.

La idea no es nueva. Arthur Pigou propuso en 1920 para reducir los efectos negativos que las acciones de una persona o empresa generan en la sociedad.

  • Los impuestos a bebidas azucaradas ayudan a reducir diabetes, hipertensión y problemas de la obesidad.
  • El impuesto al cigarro y productos de tabaco pretenden acabar con el cáncer de pulmón.

Hay más ideas para aplicar estos impuestos. Se pueden aplicar impuestos a pesticidas, al ruido, a las bolsas plásticas, a la congestión vehicular y a todo lo que causa molestias a la sociedad y que quien genera no paga. Es más efectivo que las prohibiciones y funciona mejor. This is the economist way.

Para que sean efectivas, se tienen que aplicar a nivel general.

Hay compromisos internacionales para el combate al cambio climático. Esto es importante, porque si un país quiere poner impuestos a la contaminación de manera unilateral, las empresas pueden amenazar con irse.

Todo depende de si la amenaza es creíble.

Si un estado decide poner impuestos a los contaminantes y las empresas amenazan con irse, la amenaza no es creíble si los demás estados tienen el compromiso de aplicar el mismo impuesto.

Este es el caso de Durango en 2024.

Las empresas amenazan con irse a Coahuila si el impuesto ecológico se aplica, pero tú y yo lo sabemos: Coahuila también tendrá que poner estos impuestos en el corto plazo, pues se trata de armonizarse con las regulaciones federales.

El objetivo es que quienes contaminen más, paguen más.

Mudar una empresa de estado es costoso. Hay costos de inversión, acondicionamiento y legales qué hay que tomar en cuenta. Eso sin contar que implica cambiar redes: proveedores, clientes e incluso competidores.

No se trata de castigar a quien produce.

La idea es que se reduzca la contaminación y se innove para no contaminar. Las empresas pueden adoptar procesos más eficientes o comprar bonos de carbono. Son respuestas que aún son parte del capitalismo.

Pero le tienen miedo al éxito.


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