Deberíamos pagar más impuestos por tener auto

El costo social que no sabías que tiene el auto

Deberíamos pagar más impuestos por tener auto

Los coches son una parte esencial de la vida moderna.

Sin embargo, pocos consideran el costo social oculto que estos vehículos generan en nuestras ciudades. No solo hablamos del evidente costo por contaminación, que afecta nuestra salud y contribuye al cambio climático, sino también del espacio que ocupan. Cada coche estacionado en la calle, cada avenida dedicada exclusivamente al tráfico vehicular, es un espacio que podría destinarse a vivienda, a caminos peatonales, o a carriles exclusivos para transporte público. El espacio que destinamos a los coches limita nuestras opciones de movilidad y reduce la calidad de vida en nuestras ciudades.

¿Estamos pagando lo suficiente por poseer un auto?

Nadie disfruta pagar impuestos, pero frente a la crisis de vivienda y los problemas de movilidad actuales, surge la pregunta: ¿Deberíamos estar pagando más por el lujo de poseer un automóvil? La realidad es que los impuestos que pagamos no reflejan el verdadero costo social y ambiental de los coches. Al no internalizar estos costos, perpetuamos un sistema que prioriza el automóvil sobre alternativas más sostenibles y equitativas. Es un problema que afecta tanto a nuestras ciudades como a nuestra salud mental, ya que el tráfico y la contaminación también tienen efectos negativos en nuestro bienestar emocional.

La resistencia al cambio es comprensible.

Uno de los argumentos más fuertes en contra de una política que favorezca la vida centrada en el peatón es el impacto en los empleos. La fabricación y mantenimiento de automóviles es una industria colosal que sostiene a miles de familias. La transición hacia un modelo de movilidad menos dependiente del automóvil no es sencilla, precisamente porque muchas vidas dependen de esta industria. Por eso, cuando pensamos en reducir nuestra huella de carbono, nos enfocamos en autos eléctricos en lugar de rediseñar nuestras ciudades para favorecer otras formas de movilidad.

Es como querer dejar de fumar pero solo cambiar de marca de cigarrillos.

A pesar de todo, el cambio es posible.

Lo complejo que es este cambio no debería detenernos.

De hecho, es precisamente por lo difícil que será hacer la transición que debemos comenzar desde hoy a imaginar un mundo con más opciones de movilidad. Un mundo donde caminar, andar en bicicleta, o usar transporte público sea tan o más conveniente que usar un coche. No le tengamos miedo al cambio: es un paso necesario para construir ciudades más saludables y sostenibles para todos.

El futuro de nuestras ciudades depende de las decisiones que tomemos hoy.

Y cada pequeño paso que demos nos acercará a un mañana con menos coches y más espacios para todos.


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