El dilema del prisionero machista

Por qué nos cuesta tanto romper con el machismo, aunque nos conviene a todos.

El dilema del prisionero machista
Los hombres tienen menos días de permisos de paternidad que las mujeres en el mundo. Fuente: OCDE

Vivimos en un mundo machista. Las normas sociales machistas son la base del diseño de la infraestructura y a su vez la infraestructura perpetúa las normas sociales y hace un ciclo difícil de romper.

Estos ciclos son muy comunes. Por ejemplo, el diseño de las banquetas y las calles suelen ser un reflejo de las normas sociales. En algunas ciudades, las banquetas son amplias y tienen ciclovías, que refuerzan la norma social de que la actividad física y el transporte sustentable son valiosas para la comunidad.

También vemos este ciclo en los espacios públicos y ambientes laborales. Una ciudad sin suficientes parques y espacios para cuidar niños o una cultura laboral que no considera las labores de cuidado de sus trabajadores.

Cuando estas cosas pasan, es difícil hacer cambios, pues nadie tiene incentivos de manera individual de hacer cambios, aún cuando el cambio conviene a todos. Algo parecido al dilema del prisionero.

El dilema del prisionero es una situación inventada que se usa para enseñar la teoría de juegos, que es una rama de las matemáticas con aplicaciones en economía, ingeniería y geopolítica.

El dilema del prisionero

El problema clásico va así: dos criminales son atrapados y puestos en dos diferentes salas de interrogatorio de tal manera que no tienen forma de comunicarse entre sí.

A los dos se les dan las mismas dos opciones: Confesar o no confesar. Si ambos confiesan, se les da una sentencia de 5 años, pero si ninguno de los dos confiesa, se van a quedar encarcelados por un año, en lo que se aclara el crimen. Los resultados se resumen en la tabla siguiente.

ConfesarNo confesar
Confesar-5, -50,-10
No confesar-10,0-1,-1

La tabla resumen los elementos principales de un juego en teoría de juegos: los jugadores, sus estrategias y sus resultados. Como se trata de dos jugadores, sus estrategias (confesar y no confesar) se encuentran en las filas y columnas de la tabla. Digamos que las opciones del jugador 1 están a la izquierda de la tabla y las del jugador 2 están arriba. En este caso, ambos jugadores tienen las mismas estrategias disponibles, pero no hay nada que impida que sean diferentes en otros escenarios.

Los resultados son los números que se muestran en las casillas interiores. Los resultados del jugador 1 se presentan del lado izquierdo de la casilla y los del jugador 2 del lado derecho. ¿Notas los números negativos? Esos indican el número de años de cárcel que cada jugador enfrenta en cada decisión.

Tus decisiones dependen de otras personas

La moraleja de la teoría de juegos es que las decisiones estratégicas no sólo dependen de nosotros, sino también de lo que las demás personas hagan.

En el caso del dilema del prisionero, hay un incentivo fuerte para confesar: el que confiesa puede salir libre si la otra persona no confesó. Pero el que no confesó tendría una condena de 10 años. No hay incentivos para que nadie se quede callado.

El machismo nos afecta también a los hombres

Nicko Nogues es un activista creativo y defensor de los derechos humanos. También es fundador del instituto De Machos a Hombres, que se enfoca en el desarrollo de masculinidades anti Hegemónicas. La página de Instagram del instituto da información muy interesante sobre cómo comenzar con el proceso de deconstrucción

Parte de los mensajes de esta iniciativa es que el machismo nos afecta a los hombres tanto como a las mujeres. La masculinidad hegemónica o machismo lleva a los hombres a conductas riesgosas, como el consumo de alcohol en exceso. De ahí que tres cuartos de las muertes relacionadas con el alcohol sean hombres.

También está la salud mental. Bajo el concepto machista, se le enseña al hombre desde niño a no mostrar emociones y a no practicar el autocuidado. Esto puede contribuir a la gran disparidad qué hay en las tasas de suicidio entre hombres y mujeres. En muchos países los hombres son tres veces más propensos que las mujeres a cometer suicidio.

Pero si también a los hombres nos conviene romper este ciclo, ¿por qué es tan difícil avanzar en este rumbo?

El prisionero machista

Veamos una versión nueva de la tabla que mostramos antes. En esta ocasión considera una empresa que está considerando dar un permiso. de paternidad. También tenemos a un padre que tiene como opciones tomar el permiso de paternidad o no tomarlo. La matriz de resultados sería algo como lo que sigue.

CuidarNo cuidar
Dar permiso paternidad1, 1-1, 2
No dar permiso de paternidad2, -10, 0

Es una situación parecida a la del dilema del prisionero. Es claro que lo óptimo debería ser que la empresa otorgue el permiso y que el padre lo acepte. Sin embargo, podemos ver que el equilibrio nos lleva a la situación contraria.

¿Por qué decidiría el padre no tomar el permiso? En el caso del entorno laboral, las normas sociales dictan que es la mujer quien se “debería de quedar a cuidar a los niños” y los hombres deben volver a trabajar. Esta norma social se ve reflejada con un punto de utilidad adicional que el padre pierde si decide cuidar, en cualquiera de los casos.

Esto es algo parecido a lo que encontraron John Ekberg y otros en 2013 cuando analizaron los datos de un programa de permisos parentales en Suecia. Los padres no suelen tomar porciones más grandes de permisos para cuidar, a pesar de las medidas.

Se puede romper el ciclo

En muchos países están intentando aumentar el periodo de descanso por paternidad, con el fin de reducir la brecha de género. La idea es que los hombres también se involucren en las labores de cuidados y esto de más oportunidad a que las mujeres puedan tener participación en la fuerza laboral.

De acuerdo a la OCDE, cuando los padres toman permisos más largos de paternidad tras el nacimiento de sus hijos, se suelen involucrar más en el cuidado en la infancia. Esto tiene grandes beneficios en el desarrollo cognitivo de los niños.

A pesar de los beneficios, 2 de cada 3 niños viven en países donde los papás no tienen derecho a un sólo día de permiso pagado por paternidad. Y en los países que sí cuentan con permisos de paternidad, hay una gran brecha en los días de permiso que tienen padres y madres.

El dilema del prisionero se puede solucionar cuando hay alguna fuerza externa que obligue al cambio. Los permisos de paternidad son una buena medida para disminuir las brechas, pero por sí mismas no son suficientes. Una posible solución al problema anterior es darles un carácter más obligatorio a los permisos parentales.

Es difícil avanzar en el rumbo de romper el ciclo del machismo porque estamos en una situación similar al dilema del prisionero. Nadie tiene incentivos individuales para cambiar, aunque el cambio beneficie a todos. Los hombres son parte de este ciclo, pero también son víctimas de él. Si queremos avanzar en la deconstrucción del machismo, necesitamos romper este ciclo y reconocer que la lucha por la igualdad de género beneficia a todas las personas.


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