Los cárteles de la droga son el quinto mayor reclutador en México. Esto de acuerdo al análisis que hizo Rafael Prieto-Curiel en una publicación de la revista Science.
La estimación la hizo con un modelo matemático que hace uso de los registros de homicidios, secuestros y encarcelamientos para identificar la dinámica de reclutamiento de los cárteles de la droga. Esta es una de las imágenes que puedes encontrar en el artículo.
Lo que hicieron es un modelo de ecuaciones diferenciales que usa los diferentes elementos y su interacción entre ellos para averiguar el número de “narcos” activos vs aquellos que quedan incapacitados o muertos.
De acuerdo al estudio, el número de personas que los cárteles contratan serían sólo sobrepasados por empresas como FEMSA, Walmart, Manpower (subcontrataciones?) y América Móvil (Telcel).
En este artículo hay dos puntos: lo que se debe hacer para reducir la influencia del narco y la pertinencia de los métodos y del modelo que usaron los autores del estudio.
Lo primero es el punto que los autores querían hacer con el artículo, pero en X/Twitter la discusión se viró mucho hacia lo segundo, por lo que vale la pena separar estas dos discusiones.
Cómo “ganarle” al narco
De acuerdo a los resultados del artículo, es más efectivo limitar el reclutamiento de las organizaciones criminales que tratar de detenerlas llevando a sus miembros a la cárcel. En diferentes estudios se ha mostrado que la violencia causada por el crimen organizado se alimenta del conflicto y que la presencia del ejército fragmenta a las organizaciones, generando una disputa más intensa por el territorio. Por eso es pertinente pensar en formas diferentes para combatir este mal.
La moraleja principal del artículo es que, bajo los supuestos del modelo, encarcelar no tiene un impacto significativo en el número de personal activo en los cárteles de la droga, sobre todo si no se atiende al problema del reclutamiento.
Podemos darnos cuenta de que un modelo está bien hecho y los resultados son claros cuando la respuesta de mucho es “no necesitabamos un modelo de esos para darnos cuenta!”. Y es que, aunque sea verdad que para muchos esa es una realidad patente, no es sino hasta que lo ponemos en un lenguaje claro y con todos los supuestos lógicos bien establecidos que nos damos cuenta de que algo es real. En este caso, se vuelve muy claro que sacar a criminales de las calles no hace un gran efecto en el número de miembros de un cártel mientras este pueda seguir reclutando.
El artículo se queda hasta este punto. No hay soluciones explícitas sobre cómo evitar que el narco siga reclutando. Pero eso está bien, así es como funciona la ciencia, con objetivos claros y limitados, dejando la batuta al siguiente investigador para continuar explorando con más ideas.
Reducir el reclutamiento del narco
Hay básicamente dos ideas que circulan sobre cómo reducir el reclutamiento del narco: combatir la narco-cultura y dar mejores oportunidades a los ciudadanos para sustituir al narco como opción atractiva de empleador.
No es claro cuál de estas dos opciones es la más efectiva. O si realmente hayan estrategias que funcionen para reducir la capacidad de sustituir al narco como empleador.
Por un lado, pretender que podemos hacer que el resto de los empleadores de México igualen las condiciones, los ingresos y el estatus que los narcos tienen en sus comunidades sería un proyecto muy caro y difícil de implementar. El presidente López Obrador declaró en muchas ocasiones en su campaña y en sus mañaneras que los apoyos sociales que se dieron en los programas de su sexenio servirían como política de combate al crimen al generar oportunidades para que los jóvenes no se sientan tan atraídos a pertenecer a las organizaciones criminales.
Por otro lado, no existe hasta el momento ninguna propuesta sería de política pública para ganarle al narco en el reclutamiento de talento (a lo mejor la idea del ejército en las épocas de Calderon era ganarle en eso. ¿Alguien le podría preguntar?). Pero si la hubiera, requeriría poner leyes para mejorar las condiciones de trabajo en el sector privado, así como una política social bastante más robusta que la que tenemos ahora. Todo esto pensado para su evaluación en términos del efecto que tiene en el reclutamiento del crimen, naturalmente.
El combate a la narco-cultura es un frente que es más fácil de abordar desde la política pública. Es menos costosa, requiere de menos lobbying en los sectores empresariales y es ejecutable. ¿Cómo se vería? como prohibiciones, restricciones y multas a las plataformas de streaming y casas televisoras que proyecten películas o música que exalte la figura de los lords de la droga. También se vería con campañas masivas como las que se han hecho exitosamente para reducir la tasa de natalidad y para reducir el consumo del tabaco.
Pero este tipo de medidas tienen otro costo oculto. Es un riesgo que se siente inminente y que está detrás del silencio cómplice de los últimos años. Y es que haría falta ser muy valiente para ser el diputado que promueva una ley anti-corridos o el gobernante que mande hacer los anuncios que vayan en contra de la cultura.
De acuerdo a diversas investigaciones, el crimen organizado invierte mucho y pone mucho cuidado en tener una buena reputación en las comunidades en las que se desenvuelve. No por nada cuando llegó la pandemia, eran ellos precisamente de donde les llegó a muchas comunidades las despensas de apoyo para superar la crisis.
Los matemáticos hacemos cualquier cosa antes de salir a hacer preguntas
Se han hecho muchas críticas a este artículo. Una de las más comunes es que se usó un modelo matemático que ignora muchos de los aspectos que saldrían en un estudio cualitativo.
Las críticas no faltan a la verdad. Pero considero que se hacen sin pleno entendimiento del aporte del artículo. Generalmente cuando se hacen modelos matemáticos se hace con plena consciencia de que es una simplificación de la realidad y que se están dejando de lado muchos aspectos. Es parte importante del proceso decidir aquello que es importante dejar de lado y seleccionar sólo aquellas cosas que aportan a resolver una interrogante.
En este caso, solo había dos preguntas: ¿a cuántas personas recluta el narco? Y ¿qué es más efectivo para detenerlo? Resolver estas dos preguntas con métodos cualitativos habría implicado salir y arriesgar la vida para sacar un número que de todos modos estará mal. Cómo bien lo apuntaron varios críticos, las organizaciones criminales no son una masa homogénea a la que se le pueda extraer información directamente, sino bandos que no siempre son amigo entre sí.
El modelo tiene límites, pero se aceptan con honestidad y se trabaja con ellos.
Al final la respuesta no es sorprendente: el crimen recluta a demasiadas personas de manera directa e indirecta. Y sin una política clara para eliminar el problema, será algo con lo que tendremos que seguir lidiando. Si los abrazos, los balazos o la política social no funcionan, necesitamos seguir haciendo más modelos hasta encontrar una solución viable.