Imagina ser el propietario de uno de los rascacielos más altos del mundo y, de repente, te encuentras en el proceso de perderlo todo. Así le ocurrió a Evergrande, uno de los gigantes de la industria inmobiliaria en China y, de hecho, la compañía más endeudada del planeta.
Hace apenas unas semanas, en agosto, Evergrande dio el paso hacia la bancarrota. Pero no fue una bancarrota común. Este proceso se llevó a cabo en Estados Unidos bajo el Capítulo 15, una disposición que permite a las empresas protegerse de sus acreedores mientras intentan reestructurar sus deudas. Y aunque esto podría sonar como una estrategia inteligente, las repercusiones no se hicieron esperar. Las acciones de Evergrande en la bolsa sufrieron una caída vertiginosa. Con una deuda que supera los 328 mil millones de dólares, la compañía ha visto evaporarse más del 99% de su valor de mercado en un lapso de tres años.
Quizás te estés preguntando, ¿cómo llegó a esto una empresa que hace una década estaba en la cima de su éxito? En sus mejores días, Evergrande no solo se dedicaba a la construcción de edificios; también vendía agua embotellada, poseía el equipo de fútbol más destacado de China y tenía granjas de cerdos. Incluso se aventuró en el mercado de los autos eléctricos. Pero en la actualidad, se ha convertido en un peligro, no solo para sí misma sino también para China y, potencialmente, para la economía global.
Hoy, muchos compradores de viviendas aguardan, con la esperanza de que Evergrande finalice las construcciones por las cuales ya han pagado grandes sumas de dinero. Pero la realidad es que la compañía no tiene los medios para cumplir con estos compromisos.
"Ninis" en el Gigante Asiático
China, un país que por años nos deslumbró con sus impresionantes tasas de crecimiento, enfrenta tiempos inciertos. Una prueba de ello es el surgimiento de los "ninis", jóvenes con una excelente formación educativa que, sorprendentemente, no tienen trabajo ni están en la escuela. De hecho, el desempleo juvenil en China es ahora el más alto del mundo, con uno de cada cinco jóvenes sin trabajo. Y para agravar la situación, el gobierno chino decidió no publicar más datos al respecto, argumentando la necesidad de revisarlos.
El Legado de una Política Controversial
Estos jóvenes, en gran medida, son producto de la estricta política del hijo único que China implementó durante décadas, con el objetivo de controlar el crecimiento de su población. Ahora, este grupo, con una educación envidiable, enfrenta la dura realidad de no encontrar trabajo en sus áreas de especialización.
La decisión de China de adoptar una política de cero COVID complicó aún más la situación. Las empresas se volvieron cautelosas a la hora de contratar, la educación se vio interrumpida y las oportunidades de prácticas profesionales, esenciales para la entrada al mundo laboral, se redujeron.
Además, existe un desfase preocupante entre la demanda y la oferta laboral. Según datos oficiales, se espera que 11.6 millones de estudiantes se gradúen este año en China. Y aunque esta cifra es un logro en sí misma, representa un desafío en un país donde el crecimiento económico ya mostraba signos de desaceleración incluso antes de la pandemia.
Entonces, mientras China busca soluciones a estos retos sin precedentes, el mundo observa con interés y preocupación, esperando que la segunda economía más grande del mundo pueda superar estas adversidades.