Si hay algo de lo que debemos de estar orgullosos los mexicanos es del INEGI. El INEGI es el instituto encargado de recolectar la estadística en México. El instituto tiene ya 40 años, pero en muy poco tiempo ha alcanzado un nivel de madurez envidiable para las instituciones en el país y en el mundo.
No lo digo yo, lo dicen los datos. Recientemente, el banco mundial lanzó un estudio con una metodología para comparar la creación de estadísticas de los países. En este, se muestra a México dentro del top de los países que mejor recolectan y presentan su información.
Midiendo a los que miden en el mundo
El siguiente mapa es un resumen de los resultados del estudio, donde se divide a los países en grupos. Los países en verde oscuro son el quintil más alto, o sea el 20% de los países con mejor puntuación. Aquí destacan los países llamados desarrollados: Estados Unidos, todos los países europeos , Australia, Japón y en el mismo grupo se encuentra México.
Del resto de los países, los que tienen un nivel aceptable en su manejo de estadísticas son países como Colombia, Brasil, Rusia, India y Sudáfrica. Del bloque BRICS, sólo hace falta ahí China, que es famoso por no revelar muchos datos: Cuando el nivel de desempleo en los jóvenes del país llegó a ser el más alto en el mundo, simplemente dejaron de publicar los datos al respecto.
Rusia es de los países que definitivamente podría generar datos al nivel del primer quintil, pero decididamente no lo hace y lo que publica lo hace de manera más opaca.
El resto de los países se divide en dos grupos: aquellos que no tienen los recursos suficientes para hacer buenas estadísticas y los que tienen los recursos pero simplemente no quieren hacerlo. También hay casos como Venezuela, que entra en ambas categorías.
Los beneficios de los buenos datos
Los datos son bienes públicos. Con buenos datos los gobiernos pueden tomar buenas decisiones que llevan a mejores resultados. Los datos también ayudan a reaccionar correctamente cuando llega una emergencia, como pasó durante la crisis del COVID.
Naturalmente, tener buenos datos es costoso. Se requiere del esfuerzo de muchas personas para planear estudios, recabar datos, procesarlos y hacerlos llegar al público. Pero los países que invierten en estadística saben bien lo valiosa que puede llegar a ser.
El Sistema de información
El INEGI tiene a su cargo dos encomiendas. Por un lado está lo que todos conocemos: encuestas, censos y estudios. Son lo que vemos cuando un encuestador llega a nuestra casa a preguntarnos cuántas habitaciones tiene nuestra casa. Pero también tiene a cargo el sistema nacional de información estadística y geográfica (SNIEG).
En pocas palabras, el SNIEG se encarga de coordinar a los organismos que generan información en el país. Por ejemplo, un hospital genera registros de los pacientes que atiende, y esa información puede ser útil para entender la situación general de la salud en el país, si la juntamos con la del resto de hospitales.
Así también las escuelas, las oficinas del registro civil, los registros de catastro, etc. todos generan registros a partir de sus actividades, que se conocen como registros administrativos. Los registros administrativos pueden ser más valiosos que los que se generan a través de encuestas, pues no dependen de que los encuestados digan la verdad. Esto no quiere decir que estén libres de sesgos, pero ayuda mucho.
El estudio tomó en consideración los registros administrativos como parte de los esfuerzos de los países por recabar información. Ésa probablemente es una de las áreas en las que en México aún tiene mucho por trabajar. Si bien el INEGI está haciendo un excelente trabajo, este aspecto depende mucho de lo que se hace en otras instituciones. Es impresionante como a pesar de esta complejidad, México permanece en los primeros puestos.
Buenos datos, y ¿donde están las buenas decisiones?
Cómo usuario frecuente de los datos del INEGI, he llegado a valorar lo importante que es tener este tipo de instituciones disponibles a pocos clicks de distancia. Lo he valorado más cuando he intentado usar información de otros países fuera de la intermediación de organizaciones como la OCDE o el banco mundial.
Pero los buenos datos son apenas un paso para llegar a un mundo con buenas decisiones. Hace falta que hayan suficientes personas que sepan usar los datos y más aún que los puedan interpretar. De poco sirve tener una excelente medición de la pobreza cuando el discurso público en las redes no permite hablar del tema seriamente y sin nublarse de ideología.