La semana pasada las redes estaban inundadas del chismesito de que Belinda y Christian Nodal cortaron y rompieron su compromiso. Parte de la discusión fue sobre que hacer con el anillo que le dió Nodal a ella, valuado en cerca de 3 millones de dólares.
La pregunta sobre los impuestos que tendría que pagar Belinda son muy interesantes y al parecer el SAT es una pieza central en esta historia de ruptura, pero quiero aprovechar esta discusión para abonar a la pregunta de si Belinda debería regresar el anillo desde el punto de vista de la Microeconomía.
En el amor la información es asimétrica
A los microeconomistas nos interesan mucho las situaciones en las que un agente tiene más información que otro en una interacción. A esta situación se le conoce como información asimétrica. En el amor, la información es asimétrica porque las palabras no suelen ser suficientes para demostrarlo.
Cuando las palabras no son suficientes para demostrar que el amor es verdadero, se requiere de mecanismos que ayuden a mandar una señal a la otra parte para despejar las dudas. Uno de los objetivos del matrimonio es eso: hacemos un ritual caro para asegurarnos de mostrar a la otra persona y a la sociedad que nuestro amor es verdadero y que tenemos un compromiso hacia la otra persona de por vida.
Es importante que los rituales y las señales que mandamos sean caros, pues si son baratos, la otra parte no nos va a creer. Los costos no tienen porque ser todos monetarios, también hay potenciales costos sociales: cuando invitamos a muchas personas a una boda estamos haciendo el compromiso enfrente de todos. Esto hace que haya un costo social más alto por separarse.
El anillo es una señal de amor
Si bien no es una señal perfecta, una de las razones por las que se entrega un anillo de compromiso es para mandar una señal al ser amado de que la relación se dirige con certeza al matrimonio. La promesa es para la persona que recibe el anillo, y el costo de este manda una señal de la importancia que se le da a la relación.
Por eso Belinda no debe de regresar el anillo: si lo hace, entonces el gesto de la entrega de un anillo pierde su poder y su valor. Si los anillos de compromiso se entregaran a sabiendas de que este puede regresar si no se cumple la promesa para la cual está mandando la señal, entonces este mecanismo perdería todo su poder y el acto de entregar anillos de compromiso sería en vano.
Naturalmente, las interacciones sociales son demasiado complejas para entrar en este modelo tan simple de teoría de juegos. Hay muchas razones adicionales por las que alguien querría regresar un anillo: tal vez el costo social de verse demasiado avaricioso podría sobrepasar lo que se pueda ganar con la joya.
Una excepción
Sólo se me ocurre una buena razón para que un anillo de compromiso tenga que devolverse a quien lo ha dado: que este sea una reliquia con muchísimo valor sentimental. En este caso, la señal que ha mandado el emisor es demasiado fuerte y sería mal visto por el receptor quedarse con algo tan sagrado.