La Inteligencia Artificial (IA) afecta a los artistas más que a nadie.
Por un lado, hace que el precio del arte baje de forma dramática. Lo que antes requería horas de trabajo dedicado de un artista lo podemos hacer en segundos. Sólo tenemos que pedirlo.
Mi blog es un ejemplo claro.
Para mi era un dolor de cabeza encontrar imágenes apropiadas para los temas de los que hablo. A veces quiero una metáfora de soft landing o aterrizaje suave de la Economia, luego quiero ver a Janet Yellen comiendo tacos en la Ciudad de México. Y todo en imágenes originales.
Y un mes de dibujos con IA me cuesta menos que una sola ilustración hecha por humanos.
Ahora los artistas deben hacer cosas que la inteligencia artificial no puede. Si le pides que haga un caballo tocando el piano el resultado es… raro.
Hay otra forma de pelear: envenenar los datos.
Una nueva herramienta le permite a los artista agregar cambios invisibles a los pixeles de su arte antes de subirlos. Si una IA los extrae sin su autorización causa que el modelo se comporte de formas caóticas e impredecibles.
El futuro es punk. Ciberpunk.
Hay más formas de defensa. OpenAI, Meta, Google y Stability AI se enfrentan actualmente a demandas de artistas que aseguran que sus obras fueron usadas como parte del entrenamiento de la IA.