Últimamente parece que todo es una suscripción.
Los videojuegos, las películas, el software que utilizamos. Todo lo quieren poner como suscripción. Incluso este newsletter tiene su modelo de suscripción.
¿Cómo es que caímos en esta trampa tan macabra?
Hay muchas cosas que no solemos clasificar como “suscripción”, pero se comportan igual. Los seguros, las hipotecas, la colegiatura de la escuela, por ejemplo. Del lado de la empresa, son modelos de negocio que se ven muy bien en las hojas de balance. Son ingresos muy estables que permiten planear a largo plazo.
Y a los inversionistas les gusta mucho eso.
El problema es que los usuarios nos olvidamos de cancelar las suscripciones
Hace un par de meses pagué la colegiatura de los niños, todo el año de un solo golpe.
El resultado fue que mis tarjetas se quedaron vacías justo en las fechas que tenía que renovar la anualidad de varios servicios. Entre ellos estaba la anualidad de HBO Max y… ¿la mensualidad de HBO Max en Prime?
¡Estaba pagando doble!
Cancelé el más caro y me puse a revisar qué otras cosas estaba pagando de más (saludos a mi coach financiero).
Esta es la razón por la que odiamos a veces las suscripciones. Pensamos (con justa razón) que no nos vamos a acordar de los pagos.
Las trampas para atraparte en la suscripción
Las empresas también tienen gran peso de la culpa.
Tal vez te hayas topado con prácticas poco éticas para hacer imposible cancelar. Hay prácticas sutiles, como hacer los menús de cancelación menos llamativos, pero también hay trampas sucias y trucos legales que hacen imposible que alguien se salga. Hay casos de tiempos compartidos que incluso “heredan” la suscripción a los hijos y nietos de sus clientes.
Una verdadera pesadilla.
Sin suscripciones, hay negocios que no sobrevivirían
Los negocios de suscripción tienen incentivos diferentes a los negocios tradicionales.
Si tú vendes comedores, por ejemplo, el único indicador que te importa es el número de comedores que vendiste en el año. Pero si tienes un modelo de suscripción, también es importante el número de personas que cancelan. Es un indicador conocido como la tasa de “churn”.
Los negocios de suscripción están obsesionados con el churn.
En situaciones regulares, el afán de reducir las cancelaciones debería hacer que las empresas ofrezcan más valor a sus clientes.
Claro que las suscripciones tienen ventajas
Es fácil enfocarnos en lo negativo de las suscripciones, pero hay una razón por las que nos anotamos a un año en el gimnasio en enero aún cuando sabemos que posiblemente no cumpliremos con el sueño.
Porque una suscripción es una promesa a ti mismo del futuro al que aspiramos.
Es una promesa de que tendremos el mismo temple en dos meses para seguir asistiendo al gimnasio, trabajando en nuestros diseños o escribiendo investigación.